"Pago por él, por eso quiero lo mejor de lo mejor". Así declaraba una mujer que especificaba que eligiría “a un donante de 1,80 m de estatura, rubio, con ojos azules y  libre de enfermedades genéticas” como compensación por no enamorarse. Estas y otras manifestaciones similares son hechas por mujeres que han acudido a un banco de esperma para quedarse embarazadas.
En un artículo publicado recientemente por Aceprensa podemos leer cómo en muchas ocasiones los padres que recurren a la congelación de óvulos o de  esperma, o a la inseminación artificial buscan asegurarse “su niño”. En estos casos, el niño deja de ser considerado un don para convertirse en un objeto de deseo a gusto del consumidor.
El número de mujeres sin pareja que deciden tener un hijo en solitario  por inseminación artificial no deja de crecer. De hecho, en España un  35% de las mujeres que actualmente recurren a la inseminación artificial  planea ser madre en solitario, según ha explicado el doctor  Buenaventura Coroleu, del Instituto Universitario Dexeus de Barcelona.  En España la ley lo permite, a diferencia de lo que ocurre en Francia o  Italia. 
Tampoco es extraño que famosos gays aparezcan en la prensa del corazón contando  lo felices que están a la espera de “sus hijos” (suelen ser una  parejita) que han encargado en EE.UU., donde esto es legal. La madre  desaparece cosificada como “vientre de alquiler”. Es caro, pero claro ellos pueden  permitírselo.

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