Welcome everybody

If you long for life, culture and especially the truth, I must let you into a secret; you need to look no further because you have found me, Alberto!
I can't promise you won't still be hungry and thirsty, but we can have some fun times together and it will give you something to remember.
Then tomorrow and beyond, you can reflect on what it is like to have a joyful day that in turn leads to a joyful heart.

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domingo, 6 de marzo de 2016

MORÍN VUELVE AL BANQUILLO

Casi un centenar de mujeres que abortaron en las clínicas del ginecólogo peruano Carlos Morín en Barcelona dan explicaciones, por segunda vez, para que el tribunal decida si los abortos fueron legales. La defensa del doctor ha pedido un acuerdo para evitar a las mujeres el trance, pero la Fiscalía se ha opuesto. Morín fue absuelto de todos los delitos hace tres años, sin embargo, el Tribunal Supremo ordenó que se repitiera el juicio porque no había tenido en cuenta una prueba: el testimonio de dos periodistas de la televisión pública danesa que elaboraron un reportaje, con cámara oculta, sobre las clínicas de Morín en Barcelona. El segundo argumento del Supremo critica que los jueces no permitieran leer en voz alta las preguntas que las acusaciones pretendían dirigir a Morín, y que éste no quiso responder. (El País, 30-1-2016).

Este médico practicó cientos de abortos en la Ciudad Condal hasta 2007, cuando la televisión pública danesa publicó un reportaje con cámara oculta sobre las prácticas ilegales de su clínica. Se le acusó entonces de 89 abortos ilegales, cuando alguna de las madres se encontraba incluso en el octavo mes de gestación, pero el Doctor nunca ponía pegas. Así lo reconoce una de las testigos que acudió a la clínica con 24 semanas de gestación. Morín falseaba las semanas de los fetos, para que algunos de 33 semanas figurasen como de 22, dando de esta manera una apariencia de legalidad a sus actuaciones.
Para realizar los abortos tardíos, en los que se provocaba el parto a la madre, el equipo médico,  bajo las órdenes de Morín, inyectaba Digoxina, un potente tóxico letal, en el corazón del bebé para pararlo y evitar que naciera vivo.

Morín no sólo provocó abortos en mujeres con un avanzado estado de gestación fingiendo que sufrieran daños psicológicos, sino que no le importó realizarlos también en niñas menores de edad, de hasta 13 años según reconoció él mismo en su declaración ante el juez. En conversaciones telefónicas grabadas, se detalla cómo alguna de estas mujeres sufrieron grandes hemorragias mientras se les realizaba el aborto. Se asegura que se deshacía de los restos de los bebés en una potente trituradora que compró, y que utilizaba personal de limpieza como enfermeras, contrataba ginecólogos sin titulación y prescindía de anestesistas para ahorrar costes.

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