Leo en Bioedge, una publicación digital australiana, dos noticias relacionadas con técnicas de fecundación artificial. Ya saben todos mis lectores que una de las máximas de bioeticaylibros es llamar a las cosas por su nombre. Muy pocas veces éstas son técnicas de reproduccion asistida, sino que son simple y llanamente procedimientos de fecundación artificial.
Pronto será posible para las parejas de Australia elegir el sexo de sus hijos, por razones culturales o para equilibrar la proporción de sexos en la propia familia. Según el profesor Gab Kovacs, pionero de estas prácticas en Australia, dado que este proceso es tan caro (entre 10.000 y 15.000 dólares US) sólo será asequible a los más pudientes. "Si yo estoy dispuesto a pagar por ello con mi propio bolsillo, no veo porqué debería estar prohibido" argumenta el citado profesor. También podría ser interesante desde el punto de vista del niño, pues la selección del sexo favorecería la aceptación del niño, que siempre sería del sexo deseado, y no del otro. En Australia, la industria de la FIV es un grupo de presión muy fuerte y podrían salirse con la suya.
Personalmente, me cuesta entender la lógica de esta ética del capricho, que decide seleccionar el sexo del niño.
La otra noticia es de Gran Bretaña. Scott Hurford, traficante de drogas británico, ha pedido la inseminación artificial para que su novia tailandesa pueda tener descendencia. El caso es que a Scott, de 34 años, le quedan 25 años de cárcel (de un total de una condena de 30 años), por una condena al ser sorprendido con 250 pastillas de anfetaminas en Tailandia en 2005. Su novia, de 37 años, pronto será demasiado vieja para concebir. En principio, el servicio de prisiones británico no se opone. Sus principales preocupaciones son el bienestar del niño y saber quién pagará la factura.
Me parece que estos casos extremos, y muchos otros que se están planteando, deben hacernos reflexionar sobre los inconvenientes y riesgos de la fecundación artificial, que son numerosos y serios. El ser humano es inviolable por su naturaleza y dignidad y eso debe estar presente en todos los ámbitos de la práctica médica.
1 comentario:
Totalmente de acuerdo, Alberto. Cuando el hombre manipula su reproducción añade factores que no estaban previstos, y siempre es, a la larga, para mal.
Me resulta muy curiosa la cita de "Si yo estoy dispuesto a pagar por ello con mi propio bolsillo, no veo porqué debería estar prohibido". Refleja muy bien el espíritu edonista y falto de valores de nuestra sociedad. Supongo que también valdrá para los que contratan a un asesino a sueldo. Hay que ver qué argumento más pobre.
Todavía tenemos que aprender de las consecuencias de esta loca carrera por tener un hijo, cueste lo que cueste. Me refiero a los problemas que vamos a empezar a ver cada vez más de niños con nuevas patologías, derivadas de la manipulación de sus células en estado embrionario, sobre la mesa de un laboratorio. Y no sólo problemas físicos, sino psicológicos. A ver qué dirán el día de mañana los niños con traumas por no estar seguros de que hubieran sido recibidos igual de haber nacido con otras características genéticas. Nunca podrán tener la certeza de si hubieran sido igual de queridos, y eso va a generar un fantástico negocio a los psiquiatras...
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