Welcome everybody
If you long for life, culture and especially the truth, I must let you into a secret; you need to look no further because you have found me, Alberto!
I can't promise you won't still be hungry and thirsty, but we can have some fun times together and it will give you something to remember. Then tomorrow and beyond, you can reflect on what it is like to have a joyful day that in turn leads to a joyful heart.
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viernes, 30 de octubre de 2009
EL TURISMO DE LA MUERTE
Dignitas, la clínica que ayuda a morir, podría ser cerrada. Suiza se plantea poner límites a la eutanasia. Clínicas como Dignitas o Exit deberán cumplir las nuevas restricciones o serán cerradas. El gobierno suizo ha anunciado un plan de acción contra el turismo de la muerte, señalando que podría cerrar alguna clínica que ha ayudado a cientos de enfermos, terminales y no terminales, a poner fin a sus vidas mediante la eutanasia. En los últimos años, Suiza se ha convertido en el principal destino para aquellos que buscan un suicidio asistido.
El endurecimiento de la lye requiere que los pacientes presenten dos opiniones médicas declarando que su enfermedad es incurable, que se la muerte se produzca en los meses siguientes y que han tomado su decisión con total claridad mental. Ante esto, el fundador de Dignitas, describió estas propuestas como pasadas de moday paternalistas, y añadía que: "poniendo cortapisas al suicidio asistido para los enfermos crónicos sólo se promoverán los suicidos en las vías del tren". Lo que no añadía era que con estas medidas se le hundía el negocio.
El tema del suicidio asistido obtuvo mayor relevancia a raíz de la muerte del célebre director de orquesta británico, Edgard Downes, de 85 años, quien viajó a Suiza con su esposa a la clínica Dignitas, para suicidarse. Según se supo después, la pareja decidió “poner fin a su vida en vez de seguir luchando con serios problemas de salud”.
La clínica Dignitas ya ha ayudado a alrededor de 150 pacientes a morir, entre los que se encuentran parejas de 50 años de edad, que simplemente deciden acabar con sus vidas. El debate sigue abierto, y en el fondo de las discusiones de aquéllos que están a favor y en contra de esta práctica, se encuentran dos preguntas cruciales: ¿Nuestra vida es, en efecto, nuestra? ¿Tenemos el derecho de decidir cuándo acabarla?
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