Shanti, murió por eutanasia pero es considerada víctima de un «asesinato terrorista»
El 25 de julio, el Tribunal de lo Penal de Bruselas emitió su veredicto en el juicio por los atentados del 22 de marzo de 2016 en Bruselas. Al número oficial de muertos se añadieron cuatro personas adicionales que inicialmente sobrevivieron a los ataques, pero luego murieron por suicidio, cáncer o eutanasia.
Shanti de Corte, una joven que murió a los 23 años por eutanasia por un trastorno mental, estaba efectivamente presente en el aeropuerto en el momento del ataque. Ya deprimida, no pudo soportar este nuevo calvario, hasta el punto de que unos años más tarde, pidió que la sacrificaran. Su muerte por eutanasia en mayo de 2022 había reavivado el debate sobre la eutanasia practicada a pacientes con depresión, en particular sobre el cumplimiento de las condiciones legales relativas al carácter inapacible del sufrimiento y la incurabilidad de la enfermedad.
La ley belga sobre eutanasia también exige que la solicitud se formule «de forma voluntaria, reflexiva y reiterada, y que no resulte de presiones externas«, y «que no exista otra solución razonable«.
¿Cómo entender esta paradoja por la existencia simultánea de dos causas contradictorias para esta muerte – por un lado, el delito cometido por terceros, por otro lado, la voluntad de morir formulada por la propia persona? La muerte por eutanasia de una víctima de los ataques plantea interrogantes sobre la eficacia de las vías de apoyo que ofrece la sociedad a estas personas con sufrimiento psíquico, y sobre la pertinencia de incluir la muerte como una solución entre otras a este sufrimiento.