No es una nueva técnica de reproducción, sino una antigua lacra al suponer la mercantilización de la mujer.
Sí es un negocio rentable, pues solo es posible si existe transacción económica entre los padres biológicos y la madre gestante.
No es un procedimiento igualitario, ya que sólo los más pudientes pueden subrogar un vientre.
Sí es un delito, pues está prohíbo el tráfico de menores y la explotación sexual de las mujeres.
No es ningún progreso ni avance social, pues supone una nueva forma de explotación de la mujer y tráfico de personas que convierte a los niños en productos comerciales.
Sí es un gran problema ético, moral, social y jurídico, pues hasta 6 adultos pueden llegar a litigar por la maternidad/paternidad de los menores: la
madre genética (donante de óvulos), la madre gestante (el vientre de
alquiler), la mujer que ha encargado el bebé, el padre genético (donante
de esperma), el marido o pareja de la madre gestante (que tiene la
presunción de paternidad), y el hombre que ha encargado el bebé.
No busca el bien del niño, sino satisfacer el capricho o deseo de unos adultos de ser padres a cualquier precio.
Muy acertada y oportuna esta nota de prensa.
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