E autor es Miguel Forcada Barrero, joven sacerdote de Madrid, licenciado en Teología, especialidad Patrística. Ahora trabaja en la parroquia de Santa María de Caná en Pozuelo, con lo que uno imagina fácilmente cuál es el contexto en el que se nació este libro.
¿Qué tenían aquellos primeros cristianos, compañeros nuestros en la fe, para comerse el mundo entero? ”Obedecían las leyes establecida, pero superan las leyes con su particular manera de vivir”(Carta a Diogneto). La vocación cristiana, la oración, la misa, la formación de la mente y del corazón, la forma de vida, el estilo moral, las claves de por qué el cristianismo se expandió en medio de las persecuciones, la relación de los padres con los hijos, el modo de vestir, la asistencia a espectáculos, la ciudadanía de los cristianos…
“Salud, filósofo”, le dijo Tifón por la calle. Se pusieron a hablar de la vida porque Tifón había visto que Justino llevaba las vestimentas de pensador. Pero “apenas hube dicho esto (que era cristiano), los compañeros de Tifón estallaron en una carcajada, y él, sonriendo suavemente, dijo: “Acepto algunas de las cosas que has dicho y admiro, desde luego, tu fervor por las cosas divinas. Sin embargo, más
te hubiera valido seguir profesando la filosofía de Platón o de algún otro… que no dejarte engañar por la doctrina mentirosas y seguir a los hombres miserables”.
te hubiera valido seguir profesando la filosofía de Platón o de algún otro… que no dejarte engañar por la doctrina mentirosas y seguir a los hombres miserables”.
Contesto Justino: “Si te dignas a escuchar mis razonamientos sobre ello, te darás cuenta de que no estamos engañados, y de que jamás dejaremos de confesar a Cristo, por más ofensas que los hombres nos infieran, por más que el más fiero tirano se empeñen en haceros apostatar”.
Como dice el joven autor de este libro: “Los primeros cristianos no parece que hicieran complejos planes de expansión imperialista. No está registrado que impusieran su religión con el filo de la espada. No hemos encontrado noticia alguna de que organizaran congresos y jornadas de puertas abiertas para captar nuevos adeptos. Sencillamente, vivían”.
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