La pandemia de la COVID-19 ha alterado muchas cosas en la práctica asistencial en todos los países. Una de las prácticas que se han visto seriamente afectadas ha sido la relacionada con la donación y trasplante de órganos y tejidos.
Las causas no son atribuibles exclusivamente al efecto directo del virus Sars-Cov-2 a nivel global, sino que deben también tenerse en cuenta otras causas como el descenso en el número de accidentes de tráfico o el número de asistencias por patología cerebrovascular, además del elevado nivel de ocupación de las unidades de cuidados intensivos por pacientes COVID-19. La falta de camas disponibles en UCI para la admisión de pacientes potenciales donantes de órganos, la dificultad de mantener pacientes con potencial evolución de muerte encefálica en unidades de cuidados intensivos y la fatiga del personal sanitario de las unidades de cuidados intensivos durante la pandemia, entre otros, han sido determinantes.
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