El suicidio asistido recibió numerosas críticas, entre otros motivos, por ser un mecanismo sutil de presión para los más vulnerables para que decidan terminar con su vida. Además, se constata la experiencia de distintos países que inicialmente permitieron el suicidio asistido por motivos de enfermedad terminal y progresivamente lo fueron ampliando a otras causas. Además, es una expresión radical de una visión que exalta la autonomía de la voluntad y convierte al derecho a la vida en un derecho disponible, a merced de una cultura biotecnológica del descarte.
Comentando la decisión, una de las integrantes del Parlamento (MP), Fiona Bruce, afirmó: “El Parlamento ha hecho escuchar claramente su voz hoy, en tanto MP de distintos partidos votaron en contra del proyecto de muerte asistida. Los más vulnerables, así como los Tribunales, ahora tienen absoluta certeza de que el suicidio asistido no es el camino que este país seguirá. Esta es una victoria para los vulnerables, incluyendo muchas personas con discapacidad que han hecho campaña tan apasionadamente contra este peligroso proyecto“.
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