Bélgica ha aplicado por primera vez la eutanasia a un menor de 17 años. El médico que aplicó la eutanasia entregó esta semana un informe a la
Comisión Federal de Control y Evaluación de la Eutanasia, confirmó que no ha trascendido la identidad
ni la enfermedad que le llevó a solicitar la muerte asistida.
En 2014 Bélgica amplió la ley sobre la
eutanasia vigente desde 2002 y se convirtió en el segundo país, después
de Holanda, en despenalizar esa controvertida práctica médica para
menores, y en el primero en hacerlo sin límite de edad. La legislación holandesa establece que la persona haya cumplido al
menos los 12 años mientras que en Bélgica no se fija una edad mínima,
sino que
se incluye la noción de "capacidad de discernimiento" del menor. Los
pacientes adultos que soliciten la eutanasia deben contar con la
opinión favorable de un médico que certifique la gravedad de su
padecimiento.
La normativa prevé además que
un segundo médico sea consultado antes de que se practique cualquier eutanasia, e incluso exige que se someta a una tercera opinión para los pacientes que no tienen una enfermedad terminal. La normativa belga prevé que niños y adolescentes puedan optar a la eutanasia en
supuestos muy restringidos, cuando padezcan un "sufrimiento físico insoportable y su muerte a corto plazo sea inevitable".
El pretendido respeto a la libertad humana de que han querido hacer gala
los partidarios de la eutanasia en Bélgica –y en los Países Bajos,
donde se puede aplicar a chicos mayores de 12 años– choca frontalmente
con la incapacidad real que tiene una persona, a edades tan tempranas,
para ser plenamente responsable de sus actos y de las consecuencias que
emanen de estos.
La Constitución establece que los miembros de la Cámara Baja del
Parlamento solo pueden ser elegidos “por ciudadanos que tengan al menos
18 años”. Para conducir, otro tanto: 18, e igual para exigirles
responsabilidad criminal en caso de que incurran en un delito.
Para decidir morir, sin embargo, los niños “maduran rápido”, según
parece sugerir la ley de eutanasia. Lo llamativo es que en un sitio como
EE.UU., donde sigue vigente la pena capital en 31 de sus 50 estados, se
han dado cuenta de que niños y adolescentes que han incurrido en graves
actos criminales no pueden ser condenados a muerte precisamente por la
concurrencia de factores biológicos asociados al crecimiento (como el
aún insuficiente desarrollo de la corteza pre-frontal, asociada a la
toma de decisiones), que les impiden calcular los efectos de sus
acciones y la magnitud de estas.
La pendiente resbaladiza de la eutanasia cae en frecuencia en semejantes contradicciones.