Así de claro y concluyente se manifestaba El Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia, que dirige Justo Aznar, respecto a la investigación que comentábamos en el post de ayer.
"Son claras las dificultades éticas que este trabajo
presenta. En primer lugar, y esencialmente, por las reservas éticas que van
unidas a la producción de quimeras humano-animales, y que se pueden resumir
diciendo que es difícil determinar qué grado de humanización alcanza el
embrión quimérico producido, pues en función de ello, puede no ser ético
generar y manipular estos embriones, ni mucho menos destruirlos”, señala el
Observatorio de la UCV.
También señala el Observatorio que “en los tejidos y órganos quiméricos producidos puede existir una colonización de células humanas de distinto grado, con la posibilidad de que dicha colonización se extienda más allá del órgano que se quiere producir y pueda incluso llegar al cerebro, lo que sin duda puede plantear problemas éticos difíciles de solventar”.
“Por otro lado, además de producir órganos humano-animales,
otra finalidad de estas experiencias, según sus autores, es poder estudiar las
primeras etapas del desarrollo embrionario, e incluso ser utilizadas para
profundizar en el mayor conocimiento de algunas enfermedades y en su
tratamiento. Para conseguir ello, posiblemente sería suficiente utilizar
embriones de monos, cuyo uso no presenta ninguna dificultad ética, pero si con
estas experiencias se quieren acercar a lo humano, creando las quimeras que se
están comentando, dichas dificultades éticas no parece que puedan obviarse”,
afirma.
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