EL PRINCIPIO DE AUTONOMÍA, NO EL DOLOR

Ha sido el principio de autonomía, no el dolor, el argumento más invocado en los suicidios asistidos en el Estado de Whashington. Durante los nueve primeros meses en los que está legalizado el suicidio asistido en el citado Estado, ha habido 63 prescripciones de suicidio "con dignidad". Al menos 36 personas han utilizado el medicamento letal para acabar con sus vidas, lo que representa una de cada 1000 muertes en el Estado.

De acuerdo con un informe recientemente publicado, todos los pacientes estaban preocupados por la pérdida de autonomía, el 82% por la pérdida de dignidad y el 91% por la pérdida de la capacidad de participar en actividades que hacen la vida agradable. Sólo el 25% menciona un inadecuado tratamiento del dolor, aunque el 79% tenía cáncer.

Recientemente se ha presentado en Gran Bretaña el caso Gosling, un caso de eutanasia para la galería. La confesión de haber matado a su amante por compasión y con su acuerdo parece un intento de reabrir el debate sobre la despenalización de la eutanasia y la cooperación al sucidio. Al relatar los hechos de forma tan emotiva, no parece que la BBC sea imparcial en el tratamiento dado al caso, sino que ha presentado los hechos de forma sesgada a una audiencia generalmente mal informada.

Precisamente para proteger a los débiles está la ley que prohibe la cooperación al sucidio, dice la organización Care not Killing, que promueve los cuidados paliativos y argumenta contra le eutanasia y el suicidio asistido. Es una extendida pero falsa creencia la de de pensar que es inevitable que algunas personas mueran en medio de dolores insufribles.

Entre los partidarios de la eutanasia, es frecuente escuchar el argumento pro compasión. No es el dolor lo que lleva a la gente a solicitar la eutanasia, sino la falta de sentido del mismo, y en ocasiones la falta de sentido de la vida. Ya hace medio siglo, el psiquiatra vienés Viktor Frankl lo ilustró en su libro "El hombre en busca de sentido" que recomiendo vivamente.