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Como muy bien explica Alfonso Aguiló, en www.interrogantes.net por qué el ensañamiento terapéutico no parece aceptable manifestando que:
1) ante la inminencia de una muerte inevitable es lícito en conciencia tomar las decisión de renunciar a unos tratamientos que procurarían únicamente una prolongación precaria y penosa de la existencia. No deben interrumpirse, sin embargo, las curas normales debidas al enfermo en caso similares;
2) no se puede imponer a nadie un tipo de cura, que, aunque ya esté en uso todavía no esté libre de peligro o sea demasiado costosa. Su rechazo no equivaldría al suicidio: significaría más bien una serena aceptación de la llegada de la muerte, o bien una voluntad de no imponer gastos o trabajos excesivamente pesados a la familia o a la sociedad;
3) a falta de otros medios, es lícito recurrir, con el consentimiento del enfermo, a medios terapéuticos aún en fase experimental y no libres de todo riesgo;
y 4) es igualmente licito interrumpir la aplicación de esos medios si los resultados defraudan las esperanzas que se habían puesto en ellos. Deberá tenerse en cuenta el justo deseo del enfermo y de sus familiares, así como el parecer de médicos verdaderamente competentes.
Ni la eutanasia ni el ensañamiento terapeútico son soluciones. La misión del médico y de todo el personal sanitario es curar, cuidar, consolar, acompañar. Y eso tiene un nombre: CUIDADOS PALIATIVOS.
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