En Seducidos por la muerte, se habla del doctor J. Bakker, cirujano del Hospital Municipal de Amsterdam. Se opone a la eutanasia por su creencia religiosa en el carácter sagrado de la vida, se mantiene en el comité ético de la Real Sociedad Holandesa de Medicina para que sus puntos de vista sean escuchados; puede ser tolerado como mero oponente de muestra cuyos puntos de vista no sen tenidos en cuenta debido a su afiliación al Instituto Cristiano de Etica Médica. Algo así como para salvar las apariencias de un sano pluralismo. De todas formas, su crítica a la eutanasia es más médica y psicológica que teológica.
Bakker encontraba que la mayor parte de los pacientes que piden la eutanasia no están pidiendo ser matados; lo que a menudo esperan es ser reafirmados en que todavía son queridos. Estimaba que la dependencia causada por la enfermedad hace imposible una elección verdaderamente voluntaria. Lo que de verdad detestan los pacientes es sentirse una carga insoportable para los suyos. Sentía que lo necesario es luchar con el sufrimiento para ayudar al paciente, no sacrificar al paciente a causa del sufrimiento.
La sanción legal de la eutanasia la promueve como un tratamiento normal para una enfermedad terminal, aunque en principio sólo esté prevista en casos excepcionales. Bekker también apunta el hecho de que los doctores, y en particular los jóvenes, temen expresar públicamente cualquier oposición a la eutanasia porque entonces no obtendrán buenos nombramientos académicos. Y añado yo, si esto pasa en Holanda, ¿quién nos dice que en España va a ser diferente?
1 comentario:
¿quién nos dice que en España va a ser diferente?
Nadie, es más, en España va a ser peor...
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