Éste es el título del libro en el que George Delury habla de cómo asistió al suicidio de su esposa Myrna. En él recoge, entre otras cosas, una frase que escribió y que reconoce que mostró a su esposa: "Me estás chupando la vida como un vampiro y eso a nadie le preocupa".
Cuando en su diario describe a un terapeuta que animaba a Myrna a participar en actividades que le hicieran disfrutar, él se queja amargamente de que el terapeuta no haya entendido que el objetivo de la terapia consiste en que Myrna acepte que su vida ha terminado. En este libro revela por primera vez que la medicación no mató a su esposa, y que finalmente tuvo que usar una bolsa de plástico para ahogarla. Y es que los suicidios sencillos no existen. Esto lo mantuvo en secreto porque temía que le acusaran de asesinato.
En el asunto de la eutanasia, estoy totalmente de acuerdo con la opinión de Kevorkian, que defiende la creación de una especialidad médica, la obituatría, basada en una residencia de 4 años, que entrenaría a los médicos en la práctica del medicidio. Para qué van a tener que estudiar 6 años de una dura licenciatura, más 4 años de especialidad, si después se van a dedicar a facilitar la salida de este mundo a todo aquel que lo solicite y a algunos más?
Nos quieren vender la idea de que tanto el suicidio asistido como la eutanasia son consecuencia del principio de autonomía del paciente, porque le proporciona el control sobre sus muertes; pero la cruda realidad es bien distinta. Todo esto son reflexiones en torno a la lectura del libro: Seducidos por la muerte, del que seguiré escribiendo.
1 comentario:
En todo caso, no sería un estudio para matar, sino para disimular el homicidio. Matar sabemos todos: ya lo demuestra el tío este con la bolsa de plástico. La maté porque era mía. Joputa.
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