Leo en Aceprensa que menos de la tercera parte de las mujeres que se someten a tratamientos de reproducción asistida logran tener un hijo. Es España el tercer país europeo en número de intentos (casi 50.000). Llama la atención que sea aquí donde más se utiliza el diagnóstico genético preimplantacional, que no es más que un cribado de embriones para realizar eugenesia embrionaria. Otra cosa llamativa es la donación de óvulos, que se recompensa con una gratificación de 900 euros, algo prohibido en otros países.
La Fecundación in Vitro (en sus múltiples modalidades) se presenta como la panacea para aquellas personas con dificultades para tener un hijo, sobre todo a una edad tardía. Pero los datos hechos públicos recientemente por la Sociedad Española de Fertilidad muestran que las tasas de éxito no justifican tanto optimismo. La edad de las mujeres que acuden a los centros de fecundación artificial es cada vez más alta; por ejemplo en el Instituto Dexeus, la edad media es de 37 años.
El deseo de tener hijos a una edad tardía produce en muchos casos el llamado "síndrome de infertilidad", conjunto de secuelas psicológicas que llevan a muchas parejas a abandonar el tratamiento, pues algo que pesa y mucho son los motivos por los que se han retrasado el tener hijos anteriormente, el haberse hecho una ligadrua de trompas y después haber cambiado de opinión. Sucede también que a partir de cierta edad, el ciclo biológico llega a su término, lo que la gente común dice en una expresión muy castiza: se les ha pasado el arroz. Después vienen las lamentaciones, intentar el hijo a toda costa, ponerse en manos de terceros y si no se consigue el hijo (que es lo más probable) viene la depresión y el abandono del tratamiento.
Por eso, la reproducción asistida (que muchas veces no es más que mera fecundación artificial) puede proporcionar alegrías a unos pocos, llenar los bolsillos de unos cuantos (la mayor parte se realiza en centros privados) y frustrar las ilusiones de muchos.
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