Me miraban boquiabiertos los alumnos mientras les comentaba los más de 400 millones de chinos (más que la entera población de Estados Unidos) que no han nacido en los últimos 30 años, por la política del hijo único. Pero no son los únicos que están sorprendidos de tanta barbarie. Ahora leo en Noticias de vida y familia un interesante artículo que nos habla de un informe con trece nuevos casos documentados de la coerción brutal que las mujeres y sus familias experimentan en forma rutinaria bajo la política nacional del hijo único.
El informe se filtró fuera de China por una fuente que pidió el anonimato por temor a las represalias de la que han sido objeto otros críticos de la política del hijo único. Ha sido dado a conocer el pasado 22 de septiembre en Estados Unidos. Los relatos son escalofriantes: "Un funcionario de Planificación Familiar arrastró a mi esposa a una habitación oscura y la golpeó brutalmente. Ella se aferró a sus piernas y se arrodilló para pedirle: Yo sé que estoy equivocada. Por favor, perdóneme. Por favor, perdóneme…".
El Caso 7 cuenta la historia de una pareja que dio a luz a su segundo hijo en la provincia de Henan. El 7 de marzo de 2008, la policía de planificación familiar llegó a la casa de la pareja en la noche, exigiendo que pagaran la multa por tener un segundo hijo. Después que el padre, Xin, pidió a los funcionarios sus credenciales, él y su hermano, Xiandong Luo, fueron brutalmente golpeados.
“El hombre que golpeaba a Xiandong Luo se dio vuelta y golpeó la sien de Xin con una botella de vidrio”” se lee en el relato. “Xin se sorprendió de inmediato y se postró en el suelo. La sangre se derramó a través de su cuerpo. La madre de Xin (más de setenta años de edad) se sentó y lo sostuvo con sus brazos, pero ellos le patearon el abdomen”.
El informe contiene docenas de nombres y detalles de todos los crímenes. Relata desgarradoras historias de abortos forzados (incluyendo a una mujer que estaba embarazada de ocho meses y a otra que tenía en su vientre mellizos de 8 meses y medio), esterilizaciones forzadas, anticoncepción forzada, la demolición de viviendas y la detención sin juicio, torturas horrendas y la imposición de multas a los familiares de los “violadores”Y mientras, Occidente mirando hacia otro lado, quizás porque de forma más aséptica y menos sangrienta, se cometan allí las mismas maldades, Basta pensar lo que sucede todos los días con los abortos farmacológicos.
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