El argumento central es la ineficacia y parcialidad del órgano establecido por la ley para disipar las dudas de la opinión pública. Después de 10 años y cerca de 5.500 casos, ni un solo caso ha sido remitido a la policía. Por otra parte, casi la mitad de los 16 miembros de la Comisión de Control y Evaluación son miembros de Derecho a Morir, sociedad belga pro eutanasia. Con esto, no es extraño que se produzcan abusos de forma reiterada en distintos aspectos:
- Es necesaria una declaración escrita del deseo de eutanasia, ya sea por el paciente o por su representante. Sin embargo, a menudo la Comisión renuncie a dicha obligación.
- Inicialmente, los pacientes tenían que tener una enfermedad mortal e incurable. Hoy en día, la enfermedad sólo necesita ser grave y debilitante.
- Se supone que el dolor es insoportable. Sin embargo, un paciente puede rechazar la medicación para aliviar el dolor.
- Cada vez es mayor el ámbito de "sufrimiento psicológico".
- El suicidio médicamente asistido no está autorizado en la legislación del año 2002. Sin embargo, la Comisión ha ignorado esto y hace la vista gorda.
- Si el paciente va a ser eutanasiado en el hogar, se supone que el
propio médico tendría que ir a buscar los medicamentos letales a la farmacia de un farmacéutico registrado y devolver el medicamento
sobrante. En la práctica, son los familiares los que consiguen la medicina, no siempre de personal cualificado y nunca se ha registrado devolución alguna de los medicamentos sobrantes.
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