El portavoz socialista del Ayuntamiento de Valladolid afirma que el PP «recorta miles de millones en dependencia y nos obliga a tener hijos deformes». Después, Oscar Puente, que a regañadientes -«ya veo que la ironía no se entiende»- ha pedido disculpas
«para quien se sienta ofendido», reprocha al PP una reforma de la ley
del aborto que suprima el supuesto legal que permite interrumpir el
embarazo en caso de malformación del feto sin que «habilite recursos
suficientes para esos padres», lo que a su juicio daría «legitimidad
moral» a los cambios.
Ha sido una rectificación a medias, pues en su cuenta, Óscar Puente llega a confesarse «amante de no meter en la
cárcel a las personas por abortar dentro de la ley» y desea a uno de sus
interlocutores: «que nunca tengas que verte ni tú ni nadie directamente relacionado contigo en la tesitura de optar»...
y durante más de una hora continúa haciendo frente a una cascada de
reproches haciendo valer que defiende «derecho de las personas a decidir
si quieren ser padres o no» o tachando de «fundamentalistas» a sus contrarios.
Todo indica que este político confunde el fundamentalismo con la ciencia actual, que no deja duda alguna de cuando comienza la vida humana. Al acusar de fundamentalistas a sus rivales, me viene a la cabeza el famoso dicho: cree el ladrón que todos son de su condición.
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