El miércoles pasado, por 86 votos a favor, 44 en contra y 12 abstenciones, fue aprobada la propuesta de ley, nacida en el seno del partido socialista, que prevé que los médicos, una vez obtenido el consentimiento de ambos progenitores o de los representantes legales del menor, puedan poner fin a la vida de un niño cuando éste se encuentre en una situación médica sin salida, en un estado de sufrimiento físico constante e insoportable y que presente una petición de eutanasia.
La vecina Holanda ya había aprobado esta perversa práctica, pero fijando el límite de edad "para decidir" a partir los 12 años. Bélgica ha ido un paso más allá al optar por evaluar la madurez mental del menor en lugar de establecer una edad de referencia. Todo, a espaldas, en primer lugar, de los ciudadanos, que como comprobamos este pasado domingo en Bruselas, se han seguido manifestando por la vida frente a la inhumana ley.
Con la nueva ley, la eutanasia que Bélgica contempla desde 2002, se extiende ahora a los menores aquejados de una enfermedad considerada "terminal" que les reporte "un sufrimiento imposible de paliar". Deberá solicitarlo por escrito el propio afectado y si tienen capacidad de discernimiento, pero este es un concepto más que controvertido por la dificultad para evaluarlo, como ha explicitado el Consejo de Europa. Cosyns admitió que él no informaba de las muertes por eutanasia que perpetra. Un estudio publicado en el BMJ de octubre de 2010 concluyó que las muertes por eutanasia son significativamente ocultadas en la región flamenca de Bélgica, lo que implica que un 42% de las muertes asistidas no son informadas.
En enero de 2013
se supo que dos gemelos belgas idénticos, Marc y Eddy Verbessen, fueron
sometidos a eutanasia, con la aprobación de Wim Distelmans, el copresidente de
la Comisión belga para el Control y Evaluación de la Eutanasia, porque temían
volverse ciegos. En febrero de 2013
se informó que una mujer con anorexia nerviosa fue asesinada por medio de la
eutanasia, después de que comunicase que había sido violada.
También en febrero
de 2013, el Dr. Tom Mortier escribió sobre la muerte por eutanasia en abril de
2012 de su madre, que sufría depresión. Mortier sostuvo: "¿Cómo es posible
que la gente pueda ser sometida a la eutanasia en Bélgica sin entrar en
contacto con la familia más cercana o sus amigos? ¿Por qué mi país da a los
médicos el poder en exclusiva de decidir sobre la vida y la muerte? ¿Cuáles son
los criterios para decidir qué es el “sufrimiento insoportable”? ¿Podemos
confiar en un juicio de este tipo para una persona con una enfermedad
mental?"
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