“¿Soledad?”, pregunta perplejo el entrevistador, sin entender cómo podía sentirse sola una joven tan fiestera y tan super-festejada...
“Sí. Soledad. Yo siempre he notado que iba a una fiesta que me apetecía un montón, con un vestido ideal, que me lo pasaba genial, pero terminaba y ya está. Tenía la sensación de que tenía que haber algo más. Que la vida era algo más. Me entretenía [la fiesta], pero no me llenaba. No me daban energía... De repente, me encontraba de subidones y de bajones, de euforias a depresiones. Y resulta que tenía alma. Tenía alma y no lo sabía, no le hacía caso a mi alma. Estaba totalmente confundida”.
Hasta su conversion ella “pensaba en triunfar, triunfar, triunfar...”, pero se fue dando cuenta “que eso no lo es todo”. “Entonces es cuando empiezo a seguir la lectura de la Biblia, a rezar el Rosario, y enseguida empecé a sentirme mejor y mejor”.
Se dio cuenta de que “no conocía a Cristo. No conocía a Dios que se hizo hombre ni a la Virgen María que es mi Madre. No los conocía. Aunque Él siempre haya estado conmigo, porque Dios nunca te abandona, durante mucho tiempo no sentía su presencia en mi vida y yo iba buscando la felicidad en lo que el mundo me decía que era la felicidad: los viajes, el dinero, las compras, los novios... No era feliz”.
Naturalmente su conversión detonó como una bomba en los sectores mas frívolos de la alta sociedad madrileña. Y la prensa, aunque a regañadientes, se vio obligada a ocuparse de ella. Pero lo más interesante del caso es que ella no abandonó su actividad profesional ni su vida social. Y ahora se presenta como católica practicante, e incluso militante, por ejemplo dando apoyo a su hermano menor, Duarte Falcó de la Cierva, de 19 años, creador de un movimiento de jóvenes a favor de la vida, “+ Vida”, que también ha tenido honda repercusión, como lo muestra el video que sigue. Es impresionante el vídeo, 19 años y una cabeza muy bien amueblada.
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