El Papa Benedicto XVI ha comentado, en su viaje a Camerún, algo muy conocido por todos, que los preservativos no son la solución contra el sida, ha dicho que la epidemia del VIH es una tragedia que no se puede superar sólo con el dinero, ni tampoco a base de condones. El único camino eficaz que puede conducir a una solución del problema sería la renovación espiritual y humana del sentido de la sexualidad humana.
Lo que ha dicho el Pontífice es que la solución no está en que la sexualidad se viva alocadamente, sino que se arreglaría mucho del problema si la gente viviera su sexualidad de forma responsable. La solución no pasa por decir al personal que practique el sexo todo lo que pueda, sino que lo haga de manera fiel, inteligente y responsable, sin promiscuidades. En una frase, para el Papa los preservativos no son la solución contra el sida.
Pero resulta que eso mismo vienen diciendo muchos científicos desde hace años. En el 2004, la revista científica The Lancet publicó un consenso sobre lo que ha venido a llamarse estrategia ABC en la prevención del sida. Firmado por 140 científicos y profesores universitarios de 36 países diferentes, hace un llamamiento para integrar los tres elementos: abstinencia como primera prioridad cuando se trate con jóvenes, fidelidad mutua con una pareja no infectada, y condones cuando se intervenga con personas de alto riesgo de infección: profesionales del sexo y homosexuales activos.
Hace unos días el Presidente del Comité de etica del Colegio de Médicos de Valladolid declaraba la necesidad de hacer una labor educativa de verdad, pero no con campañas de póntelo, pónselo. Y añadía: eso es patético y el resultado es obvio. Ante esta clara convergencia de opiniones, queda patente una vez más el tono miserable, injusto, decimonónico y casposo de las declaraciones de algunos de nuestros políticos, que responden con la idea de enviar condones a África. Bernat Soria, que ya antes de ser ministro se equivocó apostando fuerte por las células madre embrionarias, sigue contabilizando sus actuaciones por errores.
Con el sida no se juega, ha llegado el momento de dejar las polémicas estérilas que a nada conducen y de implementar programas preventivos que no se limitan a reducir riesgos, sino a evitar las situaciones de riesgo.
5 comentarios:
Aunque los motivos sean distintos, la razón es la misma, la iglesia debe defender su fe.
Pero se olvidan del derecho del padre, en los casos que se le conoce, ¿o el no tiene derecho a decidir?...ah, bueno no forma parte de las cuotas.
Y no olvidemos lo trágico del uso de los fetos en la cosmética, ¿cuantos fetos van a parar a esas clínicas Suizas?.
Un saludo Albert
Pero, ¿la Iglesia no son esos que decían que la tierra era plana? (Así lo insinúa Romeu en El Pis. Y esta es la izquierda que gobierna)
¿No es curioso que estos ecologistas se rasguen las vestiduras cuando el Papa habla de humanizar la sexualidad? Sobretodo, si tenemos en cuenta que la experiencia demuestra que la propaganda del preservativo sólo sirve para favorecer la promiscuidad, no para frenar el Sida.
Lo peor de la difusión de la cultura del condón es que crea una sensación de "impunidad" sexual que hace que la gente se relaje cada vez más y sobre todo que se envicie. Los que están todo el día dale que te pego con unos y con otros "gracias" a la mentalidad creada por los condones, tarde o temprano se despistan, prescinden de él en un calentón o sufren algún fallo de la gomita.
El Papa tiene toda la razón, el sida no se detiene con preservativos.
El sida se detiene con una mirada nueva y a la vez muy vieja a la relación entre hombre y mujer.
La relación sexual entre el hombre y la mujer fue, por milenios, la consumación física del amor entre ellos, un acto de entrega, de fusión de los cuerpos de quienes ya estaban fundidos en una sola alma por el amor, fusión preciosa que les habría de acompañar toda la vida.
Es cierto que hoy en el mundo esa relación entre el hombre y la mujer están consideradas como algo anacrónico, pero déjenme decirles que no existe algo más sublime y gratificante que mirar para atrás y ver que ese hombre o esa mujer nos ha acompañado toda una vida y que cada día con él o ella ha significado una fuente de alegría y de paz.
El hombre es naturalmente monógamo y créanme que el placer del amor físico se multiplica enormemente si ese acto ocurre como consecuencia de un amor verdadero, constante y fiel.
Les invito a probar esta forma de mirar la relación hombre-mujer y les prometo que no quedarán defraudados.
El respecto a la persona de otro sexo, el respeto al propio cuerpo, el respeto a nuestra condición de seres humanos, dotados de alma y no de animales que sólo pueden seguir sus instintos reproductivos, será la clave para que no sólo el sida sino cualquier ETS retrocedan.
Pareja única, fidelidad, desprecio por la animalidad y, sobre todo, AMOR VERDADERO, son la verdadera clave.
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