En México la mayoría de los secuestros no duran más de una semana. pero Bosco Gutiérrez, un renombrado arquitecto de D. F., vive casi trescientos días encerrado en una habitación de tres metros de largo por uno de ancho sin saber si su familia podrá negociar su salida. Será en ese espacio diminuto y privado de todo lo que creía importante donde este hombre aprenderá a llevar las riendas de su vida y descubrirá la verdadera libertad. Los primeros días se deja ir, sucumbe a la desesperación y decide no hacer nada. Apenas come, no se lava, ni siquiera se mueve del rincón donde se ha dejado caer.
Durante
cuatro meses de cautiverio vivió la desnudez radical. Y desde que decidió
contar su historia, también vive una desnudez biográfica. Ya en
libertad, Bosco Gutiérrez siguió ejerciendo de arquitecto. Diez años después de
recuperar la libertad comenzó a dar conferencias por el mundo relatando su
secuestro.
De todo el relato, reconozco que la secuencia del whisky es mi favorita. Para celebrar el día de la independencia de México, sus secuestradores
le conceden un deseo y él pide un whisky. Se le hace la boca agua de
pensarlo. Le llevan un vaso lleno hasta el borde y él lo mira con
entusiasmo. Mientras se regodea pensando cómo lo va a degustar, la voz
de su conciencia, que es donde Dios le habla, le dice que se lo ofrezca.
¿No es su?ciente su secuestro? ¿Tiene que renunciar también a ese
placer que quizá sea el único en días? No parece justo. Éste es el
punto de in?exión; es cuando cambia la desesperación por la
construcción de su hogar interior. Bosco se da cuenta de que tiene algo
que ofrecer y por tanto se hace dueño de su propio destino.
Esta es la síntesis de su historia. Bosco
fue secuestrado en 1990 por una banda
terrorista internacional. Permaneció 9 meses confinado en un zulo de un metro
de ancho por tres de largo, bajo la supervisión constante a través de cámara de
vídeo. Durante cuatro meses permaneció desnudo y las 24 horas aturdido por una
cinta de música. A lo largo del cautiverio apenas tuvo un colchón, una
palangana de agua, una Biblia, un libro en préstamo y algún papel.
En aquel
entonces era padre de cinco hijos (hoy nueve). Su familia hacía gestiones para
el pago del rescate, mientras Bosco esperaba absolutamente aislado. Durante los
primeros días el reo se derrumbó y permaneció tumbado sin comer ni beber. Pero,
en un momento dado, sufrió una conversión interior que le marcó profundamente y
le llevó a desarrollar una metodología de supervivencia. Dios intervino de un
modo fascinante. Los secuestradores nunca se comunicaron verbalmente con él
(sólo por escrito). Finalmente, tras 257 días encerrado, en un
descuido de sus guardianes, logró escaparse.
Aquí dejo el primer vídeo de los siete que componen la historia total.
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