Ese debería ser uno de los cometidos de los gobernantes: obligar a morir, cuando alguien presumiblemente no vaya a gozar de buena salud, y posiblemente sufriese por ser síndrome de Down, o por tener espina bífida. Un cometido exigible a las autoridades, según se desprende de la carta abierta de un neurocirujano al ministro Gallardón
Javier Pérez Roldán, abogado, es padre de una preciosa niña con espina bifida. Ahora, ha escrito la contestación en Carta abierta al médico de la columna de El País
El pensamiento eugenésico está más extendido de lo que parece. No sólo se da en criminales nazis de épocas pasadas. En una sociedad materialista, con unos débiles principios morales, basados en una ética utilitarista, se difunden con total impunidad falsos argumentos humanitarios, pero egoístas al fin y al cabo. Se repite hasta la saciedad: Vidas indignas de ser vividas. De verdad que la réplica de Javier Pérez no tiene desperdicio, dejo aquí un párrafo de su carta:
"Usted está jubilado y pronto empezará a sufrir achaques. De vida, según
las estadísticas del INE, no le quedan más que 16 años ¿le parecería
justo que a la primera recaída de usted le privemos de un tratamiento
por lo costosísimo del mismo teniendo en cuenta que no le quedan años
para "amortizar la inversión" y más teniendo en cuenta que usted, en la
vida, ha hecho lo que tenía que hacer?...Las personas no son una inversión, son un bien en sí mismo, y no podemos
desahuciar a los que tenga cáncer, o SIDA o cualquier otra enfermedad
por lo costoso del tratamiento y por el alto índice de mortandad durante
el mismo".
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