En el segundo debate televisivo Obama-Romney, celebrado ante más de 60
millones de telespectadores, el presidente adoptó la estrategia de
presentar a Planned Parenthood como una organización familiar antes que
abortista. No ahorró elogios, "Millones de mujeres –dijo– acuden a
Planned Parenthood no solo para los
servicios anticonceptivos, sino también para hacerse mamografías o
pruebas de cáncer de cuello uterino”. Y después añadió: “No se trata
solamente de asuntos de las mujeres. Estos son asuntos familiares. Son
asuntos económicos".
No es hermoso esto? Lástima que no tenga nada que ver con la experiencia
de algunas personas que conocen de cerca esta organización abortista.
Contrasta esta visión idílica con el testimonio de Abby Johnson, ex
directora de un centro de Planned
Parenthood en Texas y ahora militante pro vida. Esta ha explicado su
experiencia en el libro UnPlanned, que acaba de traducirse al castellano con el título Sin planificar.
Abby comnzó a trabajar como voluntaria en Planned Parenthood, allí "no
solo se facilitaba control de natalidad, sino que
también se hacían revisiones mamarias y de cérvix uterino (...)”.
Sorprende la fidelidad de un presidente de gobierno al argumentario de
una empresa privada. Su dedicación va en aumento. Le nombran empleada
del año. Se sorprende de que también se realizan abortos en avanzado
estado de gestación, pero ya se sabe, estos abortos suponen más dinero,
entre 3.000 y 4.000 dólares.
En septiembre de 2009, Abby participa en un aborto a un feto de 13
semanas. Es la primera vez que lo hace desde que empezó a colaborar hace
ocho años con Planned Parenthood. El médico iba a practicar un aborto
guiado por ecografía y necesitaba que Abby sostuviera la sonda sobre la
mujer embarazada. Esos diez minutos fueron suficientes para que saltara
por los aires la “versión de la empresa” que había repetido ciegamente
durante años: lo que estaba en el vientre de esta mujer no era un tejido
fetal que nada siente cuando es extraído; era un ser humano luchando
por su vida. La experiencia de la ecografía, unido a las presiones de sus
superiores para que aumentase el número de abortos en el centro de
Bryan, fue el detonante para que Abby se pasara al lado pro vida.
Es la participación en un aborto lo que le falta a Obama para dar este
paso? No lo sé, pero lo que si está claro es su posicionamiento en
contra de la vida.
Abby Johnson y Cindy Lambert, Sin planificar. El testimonio conmovedor de la ex directora de una clínica abortista en su viaje hacia la vida. Palabra. Madrid (2011). 304 págs. 22 €
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