Cincuenta años de investigación con células madre que han generado muchas controversias. Entre 2001 y 2008, la investigación con células madre competía con el cambio climático como el tema científico más polémico. Pero desde entonces, la tormenta amainó - básicamente debido a los logros de Yamanaka. De hecho, Tom Douglas, del Centro Uehiro para la Práctica Ética, de la Universidad de Oxford, describe el trabajo de Yamanaka como "un raro ejemplo de un descubrimiento científico que resuelve más problemas éticos que los que crea".
Sir John descubrió que el desarrollo celular es reversible. La ciencia convencional estimaba que las células, una vez especializadas, nunca podrían cambiar , como los nervios, la piel o las células musculares. Él demostró que esto estaba mal, sustituyendo el núcleo de un óvulo de rana con un núcleo de una célula intestinal madura. Esta célula modificado se desarrolló en un renacuajo normal. Este asombroso experimento condujo a la clonación del primer mamífero, la oveja Dolly, en 1996, y los intentos posteriores de científicos de clonar seres humanos.
A pesar de jactancia de algunos científicos, todo el mundo tenía algunos reparos en destruir embriones para obtener células madre. Incluso Thomson, que había aíslado y cultivado células madre embrionarias, admitió que "si la investigación con células madre embrionarias no te hace sentirte algo incómodo, no has pensado en ello lo suficiente".
Pero, en 2006, llegó la noticia sorprendente de la Universidad de Kyoto. Shinya Yamanaka había descubierto que las células de la piel de ratones adultos pueden ser reprogramadas para convertirlas en células madre inmaduras. Fue un paso de gigante en la investigación de células madre. Yamanaka había encontrado que, mediante la introducción de sólo unos pocos genes, células especializadas de la piel podrían convertirse en células madre pluripotentes, es decir, células inmaduras que pueden convertirse en todos los tipos de células en el cuerpo. Hasta entonces, la creación de células pluripotentes sin recurrir a la clonación parecía imposible. Era como pasar de un terreno lleno de baches a una autopista de seis carriles.
Lo demás es historia. En una entrevista con el New York Times en 2007, Yamanaka recordaba un año antes del día en que hizo una visita de cortesía a la clínica FIV de un amigo. Allí, él miró a través de un microscopio. "Cuando vi el embrión, de repente me di cuenta de que sólo había una pequeña diferencia entre él y mis hijas. Pensé: no podemos seguir destruyendo embriones para nuestra investigación. Tiene que haber otra manera."
Una vez más, la experiencia demuestra que la ciencia ética es buena ciencia.
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