¿Es ético destruir deliberadamente embriones humanos en beneficio de los que ya han nacido? Este libro, de gran impacto en los Estados Unidos, aborda con rigor y claridad este crucial debate. Comienza contando la historia de un chico llamado Noah, nacido en enero de 2007. Fue rescatado, junto con otros embriones congelados, del desastre que sacudió Nueva Orleans en 2005. Se salvó la vida de Noah –una vida humana–, apuntaban George y Tollefsen, la misma vida que más tarde fue implantada en un útero y posteriormente nació.
Los autores sostienen que hay tres puntos clave a tener en cuenta cuando se considera el estatus humano del embrión.
— Es distinto de cualquier otra célula de la madre o del padre.
— En su componente genético, es humano.
— Es un organismo completo, aunque inmaduro, y a no ser que la enfermedad o la violencia se lo impidan, se desarrollará hasta su etapa madura de ser humano.
Por consiguiente, destruir embriones
humanos, incluso en una etapa temprana, para obtener células madre para
investigación, es dar licencia para matar a cierta clase de seres
humanos en beneficio de otros. Según una ética consecualista, se deberían sacrificar algunos seres humanos por un bien mayor. George
y Tollefsen encuentran que la postura justa es la de la ley natural,
que concluye que es moralmente malo dañar o destruir un bien humano
básico.— Es distinto de cualquier otra célula de la madre o del padre.
— En su componente genético, es humano.
— Es un organismo completo, aunque inmaduro, y a no ser que la enfermedad o la violencia se lo impidan, se desarrollará hasta su etapa madura de ser humano.
Una reseña más completa del libro puede encontrarse en bioeticaweb
No hay comentarios:
Publicar un comentario