A mediados de abril, el PSOE de Pedro Sánchez con algunas organizaciones de la comunidad educativa (los mismos de siempre) firmaron un “Acuerdo de compromiso programático con la Comunidad Educativa". El primer compromiso consiste en derogar la LOMCE y detener su implantación. Volvemos a las mismas. Lo mismo que hizo Zapatero una década atrás.
El documento firmado no tiene desperdicio. La receta de la izquierda educativa, adornada ahora con una importante dosis de buenismo social más algunas reivindicaciones sindicales razonables. Empezamos por “recuperar y ampliar el sentido constitucional del derecho a la educación y reforzar el compromiso con la educación pública garantizando una oferta suficiente de plazas públicas entre los 0 y los 18 años”; por supuesto, perpetuando el agravio a la escuela concertada, que debería contar con la misma gratuidad que pretenden para los centros públicos y en el mismo tramo de edad, desde los 0 a los 18. Adiós a la complementariedad de redes y a cualquier posibilidad de pluralidad en las escuelas.
Aparecen algunas perlas destinadas a la escuela concertada, aunque sin mencionarla, como la supresión de cualquier “copago por parte de las familias” (¿por fin garantizarán una financiación suficiente?), o un posible refuerzo de la actual zonificación para limitar la capacidad de elegir centro cuando afirman que “los criterios de escolarización deben favorecer que el alumnado pueda acceder a los centros más próximos a su entorno familiar”.
Y como no podía faltar, el debate agotador sobre Religión y Educación: “Defendemos una escuela pública laica como garantía de los valores públicos y respeto de las creencias privadas”. O sea, una vez más sin contar con la opinión mayoritaria de los padres que eligen esta asignatura año tras año.
Pasan los años, las décadas, los siglos, pero ya se ve que el socialismo español tiene alergia a la libertad.
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