Tengo datos para pensar que El País está pero que muy enfermo. El pasado domingo 14, una redactora del diario independiente de Zapatero mostraba su escándalo por un libro de texto. Se trata del manual de Etica, de José Ramón Ayllón, que tiene la osadía de, entre otras cosas, llamar a las cosas por su nombre, y la desfachatez de comparar la interrupción del embarazo con el Holocausto. Si tenemos en cuenta que el Holocausto judío significó la muerte de 6 millones de inocentes, y sabemos que en el 2007 sólo en España se produjeron más de 100.000 abortos legales, a qué viene ese estúpido escándalo. Y la intrépida Joaquina tacha al libro como el manual del miedo.
Miedo, pánico es lo que me produce la lectura no del libro, sino de la reacción que ha despertado en estos adalides del pseudoprogresismo más rancio que pueda imaginarse.
Y sólo dos días después, nos viene Salvador Pániker haciendo apología de la eutanasia, hablando de la maravillosa legislación holandesa, que hace que miles de ciudadanos de los Países Bajos con una cierta edad vayan a pasar sus últimos años a Alemania, a Canarias, a Andalucía, temerosos de que en su país tengan una mala noche, ingresen en urgencia y les den matarile sobre la marcha. Y para justificar su posición el filósofo Paniker vuelve a refugiarse en argumentos super trasnochados de la guerra de Irak, de lo malo que es G. Bush y de que hicieron muy bien al dejar que Terri Schiavo muriera de sed, olvidando lo que todo el mundo sabe: que la alimentación e hidratación artificial debe ser considerada siempre cura ordinaria.
Efectivamente, El País está enfermo. Dejémosle morir dignamente.
Por: Alberto García Chavida
2 comentarios:
Bueno, es que efectivamente lo del aborto tiene poco que ver con el nazismo. Alcanza cifras realmente comunistas.
Esta es una época del vivir fácil, tener sexo fácil, trabajar y ganar poco pero fácil. Si se pone difícil, evítalo o extírpalo. No más restricciones (cuando a mi me conviene) pero sí a las restricciones...fáciles. Matemos niños pues y sigamos teniendo sexo fácil. Evitemos las molestias de una responsabilidad y hagámoslo todo fácil, sin embarazos molestos, sin una estorbosa obligación familiar, sin un matrimonio que me obligue... pareja única, fidelidad ¡qué estupidez! y además no "fácil".
Quisiera ver a esta multitud de hombres y mujeres fáciles cuando, gracias o por culpa del avance de la ciencia, lleguen a la vejez y sufran la consecuencia lógica de toda esta vida fácil, la soledad y el abandono. Porque no es "fácil" escuchar a un viejo y no es agradable mirarlo. Mejor y más fácil librarse de él; ¿y cómo? fácil, está la eutanasia...¿para que cargar con un anciano a cuestas? Que se vaya... que se muera, así no molesta. Así es también mas fácil.
Yo quiero para mi una vida difícil. Quiero morir entre mis hijos y nietos, a quienes hemos criado, educado, alimentado y acompañado, aunque haya sido difícil, con mi mujer, la única de mi vida. No habrá sido fácil pero que importa, habrá sido amargo a veces, pero ¡qué felicidad la que habrá reportado esta amargura, esta dificultad! Cuantas sonrisas de niños, cuanta alegría de ver como crecen, como avanzan, como aprender a creer en Dios. Cuanta pena ante los fracasos pero cuanta alegría con los logros. Cuanta solidaridad con las dificultades de los damás, porque habremos crecido también entre dificultades.
Esta es la verdadera vida.
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