Welcome everybody

If you long for life, culture and especially the truth, I must let you into a secret; you need to look no further because you have found me, Alberto!
I can't promise you won't still be hungry and thirsty, but we can have some fun times together and it will give you something to remember.
Then tomorrow and beyond, you can reflect on what it is like to have a joyful day that in turn leads to a joyful heart.

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jueves, 13 de agosto de 2009

MONEDAS DE 3.500 EUROS


Todos queremos saber cómo es la muerte, aunque pocos estemos dispuestos a admitirlo. Para la mayoría, la muerte sigue siendo un secreto oculto, tan deseado como temido. La dignidad que buscamos en la muerte hemos de hallarla en el arte de vivir una existencia lo más plena posible.

Es curioso cómo algunos se apropian de las palabras biensonantes y desfiguran su contenido, hasta hacerlo irreconocible. Con motivo de la muerte del director de orquesta Edward Downes y de su mujer, asistidos por la asociación Dignitas, se han ido sabiendo detalles de cómo opera esta mal llamada clínica suiza para suicidios asistidos.

Al examinar los vídeos que obligatoriamente deben grabarse, el suicidio asistido no es tan sereno como parece. El año pasado Dignitas tuvo dificultades para conseguir las dosis de 15 gramos de pentobarbital de sodio que administraba a sus clientes para lograr una muerte rápida, y recurrió en consecuencia a inhalaciones de helio. La policía y la fiscalía suiza quedaron impresionadas por la agonía que se prolongaba cerca de una hora entre estertores y espasmos de los pacientes.

Por otro lado, y aunque la ley suiza exige que quien decide recurrir al suicidio asistido debe haber sido visitado al menos en un par de ocasiones por un médico, no siempre las cosas funcionan así. “Algunos extranjeros –alemanes e ingleses– podrían haber llegado a Zurich en la mañana, haber sido llevados ante el médico y a media tarde estar ya muertos”, relata la ex directiva de Dignitas. Junto a esto, el caso de un jugador de rugby de 23 años que quedó paralizado tras un accidente, introdujo el precedente de poner el suicidio asistido a disposición de enfermos no terminales.

Y todo por ayudar a la gente a buen morir? Posiblemente, haya algún interés más prosaico. Dignitas no publica cifras económicas desde 2004, aduciendo el respeto a la privacidad de sus clientes. Acusan de cobrar a cada suicida 3.500 euros, cifra que representa una notable ganancia respecto de los 5 euros que cuesta la dosis de pentobarbital. Pero como afirma un corresponsal en Zurich: “Este hombre no está por el dinero: se trata, en cambio, de tener poder sobre la vida y la muerte. Es como el mítico barquero de la laguna Estigia, transportando a las personas a la otra orilla. ¿Y con qué se le pagaba a aquel barquero? Sólo con una moneda”.

1 comentario:

Al Neri dijo...

Encima de asesinos, chapuceros. Lo que hay que ver.