En algunos países del llamdo primer mundo, es relativamente frecuente encontrarse con publicaciones científicas que muestran como son cada vez más los médicos que niegan el tratamiento adecuado para salvar la vida a los niños recién nacidos enfermos. Tanto es así, que puede hablarse de un asentimiento general al neonaticidio, que depende sobre todo el interés de los progenitores.
Un editorial de L' Osservatore Romano aporta algunas ideas que sirven para contextualizar el problema: "Se trata de una auténtica erosión de los derechos: no de un descuido, sino de una selección real y científica de los sujetos a quienes se les retiran a favor de otros". Es muy fácil hablar de boquilla de los derechos de la infancia, y de los derechos de los discapacitados, pero luego eso tiene que reflejarse en la atención médica que se les da.
Hay "médicos en Canadá y en los Estados Unidos que tienen en cuenta la edad de la madre o el tipo de familia en el momento de reanimar al neonato, dando preferencia a quien ha sido concebido «in vitro» y a quien tiene una madre abogada".
Por un erróneo sentido de la solidaridad o por una aversión a la incapacidad que raya en la eugenesia, nos encontramos así ante una consecuencia más de una ética utilitarista, que valora a la persona dependiendo de su utilidad, sin tener en cuenta la dignidad de toda persona, por el simple hecho de ser persona.
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