Tres profesores del Grupo de Investigación en Bioética de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia presentaron en el Congreso Nacional de AEBI que se celebró en Medina del Campo (Valladolid), los resultados de sus trabajos de investigación más recientes en torno al “cribado eugenésico” de personas con Síndrome de Down y otros defectos congénitos, así como sobre los efectos positivos de los cuidados paliativos en enfermos moribundos.
El profesor de Anatomía y Fisiología de la Universidad CEU Cardenal Herrera, Salvador Mérida, recoge en su estudio que, de acuerdo con los datos oficiales, la incidencia de los defectos congénitos en España ha disminuido del 2,2% de los años 1980-85, al 0,98% en 2009. Este descenso del 54% se debe fundamentalmente, según el profesor Mérida, “al efecto del aborto por riesgo fetal. Además, la incidencia en nacimiento con Síndrome de Down ha caído un 63% debido, fundamentalmente, al aborto de los afectados”. Según puntualiza el autor de la investigación, “si corregimos este dato con el incremento de casos durante la gestación (el número de madres con más de 35 años se ha duplicado), el valor real de fetos abortados estaría en torno al 80-90% de los afectados”.
En el trabajo “Veinticinco años de cribado eugenésico en España”, el profesor Mérida también señala que “frecuentemente en la bibliografía sobre esta materia se omiten los abortos debidos a las limitaciones de la técnica de la amniocentesis, que son entre 1.250 y 2.500 fetos en el año 2009, según nuestros cálculos, frente a 3.317 abortos realizados por riesgo fetal el mismo año”.
Síndrome de Down
También el profesor de la Universidad CEU Cardenal Herrera Jaime Vilarroig presentó su investigación titulada “La desaparición silenciosa: a propósito del cribado eugenésico de las personas con Síndrome de Down”. En el descenso del número de personas con anomalías congénitas que nacen en España, el caso de las personas con Síndrome de Down es especialmente evidente, según el profesor Vilarroig: “Si para el período comprendido entre 1980-1985 nacían 17,48 niños con síndrome de Down de cada 10.000, en el 2009 sólo nacieron 7,24”. A su juicio, “la principal causa de este hecho es la interrupción voluntaria del embarazo o aborto, dado que no existe curación para esta anomalía congénita”.
Para Vilarroig, “lo que estos hechos revelan es una profunda contradicción entre el positivo esfuerzo que hace la sociedad para que las personas discapacitadas alcancen mayores cotas de autonomía por un lado, y el fuerte rechazo a los individuos que vienen lastrados con algún defecto congénito por otro”. Según apunta, “el rechazo de la vida naciente portadora de alguna anomalía nos muestra el rostro poco humano de una sociedad donde se valora más al hijo sano que al enfermo”.
Por su parte, el profesor García Sánchez comentó que “en algunos estados donde está despenalizada la eutanasia – Oregón, Países Bajos- el desarrollo en la red del sistema sanitario de unidades de cuidados paliativos suficientes y “de calidad” está provocando un descenso de las peticiones individuales de eutanasia o de suicidio asistido”.
Estamos asistiendo al nacimiento de una extraña medicina, que niega su ayuda a los que más la necesitar, al suprimir la enfermedad a base de facilitar la muerte de los que presumiblemente podrían nacer con alguna tara genética. Pero en esta práctica no se ve ningún rastro del buen hacer del profesional: curar, y, si no se puede, acompañar y consolar.
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