Un cierto escándalo farisaico se ha producido en el mundo anglosajón. El motivo han sido las declaraciones de Rebeca Hebbert, canadiense, a la que acusan de homofobia. Estas fueron sus palabras: "Los adultos no tienen derecho a privar a los niños de un padre o una madre". Esto ha sido considerado una auténtica herejía por los talibanes de lo políticamente correcto. Que se queden tranquilos esos pusilánimes. No hay una cruzada contra la homosexualidad, simplemente hay personas que se atreven a decir en voz alta, lo que muestran los estudios científicos.
Golombok y Tasker publicaron, ya en 1996, en la revista Developmental Psychology y, en 1997, en la revista Journal of Orthopsychiatry, un interesante estudio longitudinal basado en una muestra de madres e hijos que habían evaluado 16 años antes. Cuando los niños eran pequeños, no encontraron ninguna diferencia entre los hijos de lesbianas y los de mujeres heterosexuales divorciadas que vivían solas. De aquellos niños, 46 fueron seguidos hasta el inicio de la edad adulta (edad media de 23,5 años) y las investigadoras encontraron una incidencia significativamente mayor de relaciones homosexuales entre los que habían crecido con madres lesbianas (24 por ciento), comparado con los que habían crecido con madres heterosexuales (0 por ciento).
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