Así funciona la pendiente resbaladiza de la eutanasia. Al menos, es lo que está pasando en Bélgica. Lo comentaba un amigo en facebook: sentía vergüenza de ser belga. Lo entiendo, no es para menos.
El Senado belga ha dado un paso importante hacia la legalización de la eutanasia de los menores, sin límite de edad; el 27 de noviembre de 2013, la Comisión de Justicia y Asuntos Sociales del Senado aprobó, por 13 votos contra 4, un proyecto de ley que pretende extender a los menores de la Ley de 2002 la despenalización de la eutanasia. Para entrar en vigor , el proyecto debe entonces someterse a votación en el pleno del Senado, y luego ser revisado y aprobado por el Parlamento belga. Según el texto, a los menores que se encuentren en situación
terminal, con dolor físico insoportable e imposible de paliar, se les puede dar
muerte si lo piden y los padres dan permiso. El proyecto no pone límites de edad.
Según Alex Schadenberg, director ejecutivo de EPC-E, aunque la eutanasia se despenalizó en Bélgica en 2002 en determinadas condiciones, la realidad es que el 32% de las muertes asistidas se realizan sin solicitud y el 47 % no se notifican; además, las enfermeras aplican la eutanasia a los pacientes, a pesar de que la ley establece específicamente que sólo los médicos pueden hacerlo. La mayor parte de las víctimas de la eutanasia son mayores de 80 años, personas vulnerables a los que, lamentablemente, se acusa de ser «bloqueadores de camas».
Apenas nadie se cree ya el mito de que la eutanasia es resultado de una decisión voluntaria y libre. Ni principio de autonomía, ni libre elección. En muchos casos es la decisión final de unos prepotentes que deciden la muerte de unos infelices, solos, enfermos y, ahora, menores de edad.
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