Cogió toallas y unas tijeras para cortar el cordón umbilical y se escondió en el baño de su casa hasta que dio a luz. Instantes después del nacimiento de su hijo, Katrina Effert, de 19 años, utilizó su propia ropa interior para estrangular al bebé, al que envolvió en ropa sucia para después tirarlo en una valla del jardín vecino.
Katrina Effert no pasará ni un solo día en la cárcel por haber estrangulado a su hijo recién nacido cuando tenía 19 años. El caso de la joven, acusada primero de asesinato y después de infanticidio, ha revolucionado la jurisprudencia canadiense al afirmar la juez que la sociedad de Canadá se apiada de las madres embarazadas que abortan.
Las sociedades proabortistas celebran por todo lo alto la sentencia y ven en la despenalización del infanticidio un paso más en el camino de la liberación de la mujer.
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