En Idaho, Estados Unidos, una chica de 17 años que padecía cáncer, falleció el pasado mes después de rechazar abortar y de exponerse a radiación. Jenni Lake había sido diagnosticada de cáncer en octubre de 2010, después de muchos padecimientos de migraña. Médicos en Salt Lale City descubrieron la causa: un tumor en el cerebro. Le dieron un 30% de probabilidades de sobrevivir dos años más.
Su madre, que es la tercera de ocho hermanos, parecía realmente preocupada por la posibilidad de que la radiación podría dejar estéril a su hija. En marzo, el tumor comenzó a crecer, al mismo tiempo que Jenni se dio cuenta de que estaba embarazada.
Su madre, Diana Phillips, comentaría que su hija nunca consideró la posibilidad real de abortar. Si bien el oncólogo informó a la familia de las dos posibilidades: comenzar con la radicación, que podría dejarla estéril y dañar al feto; o suspender el tratamiento, sabiendo que el tumor podría crecer.
El 9 de Noviembre, justo un mes antes de su 18 cumpleaños, Jenni dió a luz un hijo sano, que le cuidarían sus abuelos. La familia esperaba que ella podría mejorar ahora con la quimioterapia, pero los doctores descubrieron que el tumor también afectaba a la médula espinal. Dos meses después ella sucumbió al cáncer. El padre del bebé, de 19 años, cuidará de él, con ayuda de Phillips.
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