
En el Colegio público Macías Picavea, de Valladolid, los alumnos y alumnas convivían en paz y armonía, en un clima de respeto mutuo, tolerancia y justo desenfreno hasta que un sábado, con nocturnidad y alevosía, apareció en los telediarios de todas las casas la noticia de la inminente retirada de los crucifijos de las aulas. Para ello se invocaba la tutela de los derechos de las familias que no profesan la religión católica.
El primer día de clase, después de la sentencia del juez inicuo, la división de los padres sobre la retirada del crucifijo ha sido patente. El presidente de la escuela laica de Valladolid y padre de la alumna que quiere que se quite el crucifijo, se mostró enfadado porque algunas madres le habían insultado. Pobre hombre. Incomprendido antes y ahora insultado, desde primeras horas de la mañana. Vaya comienzo de semana. Se queja de que le han llamado fariseo y le han recriminado que pida la retirada de estos símbolos y al mismo tiempo haya permitido que su hija actúe de Virgen en la función de Navidad. Patético.
Aquí hay varias cosas que llaman la atención:
1. La permanencia de crucifijos no vulnera derechos y libertades;
2. Es el Consejo Escolar en último caso en encargado de decidir sobre este asunto;
3. Se hace imprescindible no iniciar un proceso de erradicación basado en el enfrentamiento sin reparar en la trascendencia cultural que tienen estas manifestaciones;
4. Es importante distinguir un estado aconfesional de un estado laicista, abiertamente contrario a la religión católica.
Es importante destacar que nuestro país es como es porque surgió de un proceso cultural que tiene como raíz una fe, la cristiana. Y la cruz, al igual que la pintura religiosa, es un elemento cultural, como lo son las catedrales.
Qué pasara ahora con la Cruz Roja Internacional? Y con las banderas de Suiza, Finlandia, Noruega, Suecia, y alguna más? Y con las cruces de nuestras plazas y calles?
Me da pánico sólo pensarlo. Propongo una alternativa: vamos a centrarnos en mejorar la calidad de la enseñanza en la escuela pública y dejemos que la escuela sea un ámbito de estudio, libertad y tolerancia.