ONCE

Volviendo de hacer deporte, tropecé con la emisora de siempre: Kiss FM, y allí cómo no? me encontré con la música que no defrauda, en este caso era Glen Hansard, de la película Once y aunque hay blogs especializados en cine no me resisto a comentar algo sobre esta película.

Hay películas cuyo argumento nos aproxima a la verdad de la persona, a su irrevocable dignidad y, en consecuencia a saberla tratar, a presentar el bien. También se puede contar con el cine como un buen instrumento de la bioética

Hacer bioética desde esta perspectiva supone riesgo a corto plazo dado que en la sociedad actual, estamos colonizados por la tecnociencia, y por el éxito fácil. No importa, el cine puede no imponer su estilo pero sí mostrar un camino válido: el de la capacidad para ver más allá y más adentro de uno mismo. Pues bien, Once es una gran película.

La música y la nostalgia irá uniendo a los dos protagonistas con verdadera química. Es una exquisita película romántica, sin efectos especiales, con los pies en la tierra, delicada: las escenas de amor son sustituidas por duetos que hablan por sí solos. En Once, una nota vale más que mil palabras. Cautiva por su calado dramático, ético y estético. También se despliega un clima de serena bondad a través de los personajes secundarios, que permiten conmovedoras reflexiones sobre la maternidad, la paternidad, la amistad y la compasión. Todo ello sin discursos ni proclamas, con la única fuerza de la dignidad de los protagonistas y el acertado sentido del amor. Sensibilidad para la verdad buena y para el bien verdadero. Y si hay algún lector errático que todavía me lee y no ha visto la película, que escoja el momento (sólo necesita 85 minutos) y el lugar oportuno, y a recrearse en todo un auténtico arte, que la verdad nos haga buenos, y que el bien sea verdadero.