Con la llegada de la primavera, el sol brilla en el firmamento. Son muchos los que quieren recuperar el tiempo perdido y ponen todos los medios posibles para exponer sus cuerpos al sol. No sólo las plantas realizan la fotosíntesis, sino que muchos humanos van en busca del sol que más calienta, para conseguir un bronceado perfecto, como el que podemos observar en la foto.
Pero tomar el sol de forma indiscriminada tiene sus riesgos. El doctor Lázaro Ochaita, jefe de Dermatología del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid, tiene su cruzada particular: "si hay un cáncer que se puede prevenir y evitar que se muera por él, es el cutáneo. Las armas de esta batalla: fotoprotección y diagnóstico precoz".
En una entrevista publicada hoy en ABC, dice que la "proteccion tiene relación con varios factores: el tipo de piel, el tiempo de exposición y las quemaduras. Un tipo de piel oscura, como el mediterráneo, para protegerse sólo hace lo de toda la vida: buscar la sombra y no ponerse al sol en agosto a las tres de la tarde; sentido común abolido por el culto demencial de estar bronceado de manera salvaje que empezó en los años 60". El prestigioso dermatólogo aboga por volver a la racionalidad, y alerta de que todo exceso es una locura, "el culto salvaje a estar moreno es un azote mortal".
Habla también del fenómeno de compensación de riesgo. "Un fotoprotector es efectivo si va unido a la fotoprotección de la sombra y la vestimenta, aunque sea ligera. Se ha demostrado que los que se dan fotoprotectores se sienten más seguros y se exponen más al sol. Un riesgo. El fotoprotector es negativo por el mal uso. El melanoma se fabrica antes de los 20 años y se padece entre los 40 y 50". Y añado yo, justo el mismo efecto negativo que tiene el uso del preservativo contra las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS): da una falsa sensación de seguridad que fomenta las prácticas de riesgo.
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