El Diccionario de la Academia de la Lengua recoge nada menos que 18 acepciones distintas de la palabra naturaleza, muchas de ellas son conceptos filosóficos. Ultimamente se observa un cierto reduccionismo en el uso de la palabra naturaleza, y parece limitarse su uso para hablar de medio ambiente y de ecología.
Algunos filósofos niegan la existencia de la naturaleza. Por eso me han parecido muy ilustrativas algunas ideas que escuché recientemente a Alfredo Marcos, Catedrático de Filosofía de la Universidad de Valladolid, con el que me une una profunda amistad, y con el que espero celebrar su próximo cumpleaños. Comentaba Alfredo que dos tipos de intervenciones en el ser humano tan antiguas como el cultivo y la terapia no parecen contrarias a la naturaleza humana. Algunos ejemplos como la agricultura, la domesticación y cría selectiva de animales, fármacos que mejoran nuestra salud, prótesis, gafas, psicofármacos, etc., no niegan la naturaleza humana, sino que se apoyan en ella.
Con el uso de nuevas tecnologías, se plantea ahora la posibilidad de sobrepasar los límites naturales del ser humano. Es lo que se entiende por human enhancement. Bienvenidos sean los progresos técnicos cuando contribuyan a mejorar la vida humana, pero hay que estudiarlos caso por caso. Por ejemplo, no se ve qué bien puede aportar la clonación humana, y en cambio si parece ser una fuente de conflictos de todo tipo.
Al examinar cada técnica y su aplicación, pueden servirnos los principios de bioética; también conviene tener en cuenta especialmente su reversibilidad. Hemos de preguntarnos también si ese avance favorece nuestra libertad, incluso para deshacer la propia intervención. Asunto espinoso éste, a tener en cuenta especialmente en los experimentos eugenésicos. Lo erróneo no son las nuevas tecnologías, sino su orientación.
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