Hace unas semanas, con el título Siempre hay una razón para vivir me refería al impactante vídeo con el que la Conferencia Episcopal Española presentó su Campaña por la Vida 2011. Ahora quería centrarme en el papel del médico al que un paciente aquejado de muchos dolores le viene a decir que hasta aquí hemos llegado, que haga algo. No te prives de leer este relato
Cuenta el caso el Doctor Gonzalo Herranz: "el paciente vivía solo, llevaba seis años en diálisis, presentó enfermedad de pequeños vasos en ambas piernas pero rehusó enérgicamente la amputación. Los dolores eran terribles. Los analgésicos fuertes le producían náuseas y espantosas alucinaciones que lo torturaban, por lo que hubo de aguantar el dolor con analgésicos ligeros.
Su médico accedió, razonablemente, a la petición del paciente de suspender la diálisis. El paciente sabía que le quedaban como máximo dos semanas de vida muy miserable y dolorosa. A los tres días de supendida la diálisis, pidió al médico de modo conmovedor que pusiera fin a su vida.
"No -le dijo el médico- me está pidiendo usted una cosa que nadie puede pedir a otro: acabar con una vida humana. No puedo hacerlo. Y tengo tres razones: la primera es que destruiría la más básica de las relaciones humanas. Nadie puede matar a otro. Las guerras, las cámaras de gas, la silla eléctrica, las horcas, los venenos, los fusiles_ para mí todo eso es un error, lo siento en los tuétanos".
"La segunda razón es la de un cobarde. ¿Qué pasaría si viene alguien y me ve hacerlo? Me imagino que al final no me meterían en la cárcel, pero me lo harían pasar muy mal antes de soltare. Así que porque me da miedo, le pido que aguente su dolor".
"La tercera razón viene de las relaciones de los médicos con los pacientes. Si los médicos empiezan a matar, la cosa ya no puede pararse. y todo el mundo cogerá miedo a los médicos y se volverán desconfiados. No puedo hacerlo".
El paciente respondió: "Perdone, Doctor. Perdóneme que se lo haya pedido".
1 comentario:
Sólo quería comentar las palabras del Sr. Blanco, que escuché ayer. Dice que es creyente y que está en contra del aborto, pero respeta la decisión de la madre. Sólo decirle que no hace falta ser creyente, para estar en contra del aborto; que los padres no son dueños de los hijos y que el ser engendrado no es un parásito del cuerpo de la madre. Es un ser humano.
Publicar un comentario