Me reprocharán que siempre escribo sobre lo mismo. Soy consciente de ello, pero me ha llegado una anécdota muy buena y no me resisto a guardarla solo para mi.
Ayer domingo, un matrimonio joven procedente de Madrid visitó Cidevida. A lo largo de la visita, fueron contando muchas cosas, entre otras han prometido volver con toda una parroquia de Madrid. Pero la anécdota que contaron digna de enmarcarse es la siguiente:
Una mujer filipina en trance de abortar, la noche anterior se encomienda al Cristo de Medinaceli diciendo “Señor perdóname por lo que voy a hacer o ayúdame”; llega a la Clínica Dator y se le acerca un hombre joven que, mirándola a los ojos, le dice “soy Jesús, ¿qué puedo hacer por ti?”. Resultado, que la chilca arrancó a llorar y se fue con Jesús, otro rescatador, a recibir la ayuda que llegaba del Jesús a quien se había encomendado.
Prometo no escribir nada más sobre Cidevida en este mes. Estamos a 28 de febrero. En la fotografía, un grupo de alumnos del Colegio Peñalba, en la charla previa a la visita a la Exposición.
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